La ambientación implica el espacio físico, social, profesional y de relaciones interpersonales que deben estar en sintonía con un proyecto orientado a la atención acogedora, resolutiva y humana. Con las debidas proporciones, es común al recibir a una familia en duelo, preocuparse sólo por la estructura física, sea o no adecuada para ese momento y nos olvidamos que nosotros, como personas y profesionales que nos preocupamos por el dolor de los demás, somos tienen todas las condiciones para cambiar cualquier ambiente a través de simples acciones transformadoras como: tono de voz tierno, caminar sobrio, estar atento a los detalles que involucran a los dolientes, brindar música instrumental relajante, entre otros. La compasión nos mueve hacia una acción que logra transformar el dolor del otro en un acto compasivo, es decir, que posee o demuestra compasión; que comparte los sufrimientos de los demás, así nos convertimos en un ser compasivo. Cuando hacemos esto, creamos un ambiente capaz de cambiar cualquier ambiente, ya sea lujoso o simple. ¡Nosotros hacemos el ambiente! ¡Somos agentes transformadores! ¡La dignidad humana no tiene precio, la rescatamos! Hacer algo por alguien más, lo hago por mí también, aliviando el dolor de los demás, aliviando el mío también, no puede ser una carga ni un peso, tiene que salir del corazón. La huella que vamos a dejar en la memoria de una familia doliente que vive un clima de amor en el momento del dolor, quedará eternizada en corazones con buenos recuerdos en tan delicado y sensible momento. No puede parecer una moneda de cambio, de lo contrario no tiene sentido. Nosotros hacemos el ambiente, esfuérzate, haz lo que puedas en el espacio ofrecido, sé sensible, quéjate menos y ¡transfórmate más! Texto escrito por Stael Veiga

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